viernes, 19 de septiembre de 2014

RUSIA: UN VETO COMERCIAL EN UNA ECONOMÍA GLOBALIZADA.



Como todos sabemos, Rusia ha vetado las importaciones de frutas, verduras, carnes, lácteos y pescados provenientes de la UE, EEUU, Canadá, Noruega y Australia, en respuesta a sus sanciones por la injerencia en Ucrania del Kremlin.

En el caso de la Unión Europea, las exportaciones a Rusia del total de alimentos en 2013 fueron de unos diez mil millones de euros. Ese es el roto que el presidente de Rusia está dispuesto a hacernos durante un año.
Para España, Rusia no es destino preferente de nuestras exportaciones. Así, el anuncio del mandatario ruso habría que valorarlo partiendo de 581 millones de euros, que fue el valor de las exportaciones de alimentación a Rusia en 2013.
Si bien es cierto que para las empresas navarras estas cifras disminuyen considerablemente, no es menos cierto que el auge de exportaciones a Rusia hace que nuestras empresas se hayan encontrado con un mercado que, con tendencia francamente creciente, de la noche a la mañana haya desaparecido.
Las exportaciones de Navarra a Rusia de los productos vetados rondaron el año pasado el millón y medio de euros, aumentando considerablemente durante el primer semestre de 2014.
Por tanto, se podría apuntar que el veto no afectará en gran medida a las exportaciones navarras como tales. Pero si nos quedamos en esa conclusión, nos equivocamos.
Habrá entonces que volver a los 10.000 millones del principio. Todos esos alimentos ya están buscando nuevos destinos, y a nuestro mercado van a llegar productos que, teniendo en cuenta el acuciante grado de caducidad de los mismos, hace falta quitárselos de encima rápidamente. Así, nuestras empresas se van a encontrar con que tanto en España como en sus principales destinos de exportación, con este repentino aumento de la competencia, van a tener que bajar los precios si quieren vender su mercancía.
Para prever el futuro la pregunta es ahora si este veto se mantendrá durante todo el año tal y como el ínclito mandatario ruso advierte, si terminará antes, o si incluso se alargará en el tiempo.
Uno puede pensar que si en Rusia compran esa cantidad de alimentos es porque sus clientes los cogen de las estanterías de los supermercados. Si seguimos reflexionando, podríamos deducir que los precios de los alimentos importados, por ejemplo desde Francia, tienen en esa misma estantería un precio sensiblemente mayor al producto ruso local. Y por tanto no es disparatado especular con que la clientela de esas importaciones tenga un poder adquisitivo al menos medio-alto. El roto nos lo hacen a los exportadores, pero también es una faena para un consumidor exigente, que pertenece a una clase media-alta y que quiere un producto que ahora no tiene.
Seguro que don Vladimir ha pensado en esto último, porque para paliar las consecuencias que esto pudiera tener, a finales de Agosto ha llegado a un acuerdo con Argentina, y hablan de importaciones en torno a 18.000 millones de euros. Pero si Argentina hasta hoy no es proveedor habitual de Rusia, será porque el producto no tiene la calidad requerida, el precio no está lo suficientemente ajustado o/y el transporte es caro y demasiado largo respecto a la UE. Esa diferencia deberá ponerla el gobierno ruso de su bolsillo, y tampoco asegura que el consumidor final quede satisfecho.
Las reglas de libre comercio saltan por los aires cuando los acuerdos políticos rigen con mano de hierro, pero la globalización no tiene fronteras e intentar pararla es poner puertas al campo. Y eso a nivel interno, no puede ser bueno, ni siquiera para Putin. 

NOTA: Este artículo ha sido publicado en la sección de Opinión en www.diariodenavarra.es el 11 de Septiembre de 2014. 

miércoles, 23 de julio de 2014

Hacia la Internacionalización de las pymes



En los últimos tiempos venimos oyendo y leyendo sobre la importancia de la internacionalización de las empresas.
El principal argumento esgrimido suele ser siempre el mismo: el alarmante decrecimiento del consumo a nivel nacional nos obliga a los empresarios que todavía no hemos cerrado, a mirar al exterior. La frase es “exportaciones como fuente de crecimiento”. Pero la realidad de una inmensa mayoría de PYMES no es tanto de crecimiento, sino más bien de supervivencia. Y si no, echaremos la persiana, como hicieron casi 8.000 empresas españolas en 2012.
Es cierto que aquellos que empezaron su internacionalización sin la urgencia de los números rojos y con fondos para acometer planes con garantías, están mejor colocados. Pero las perspectivas, nada halagüeñas a corto plazo, nos hacen pensar que en todo caso debemos avanzar.

El gobierno nos empieza a hablar de datos macroeconómicos que invitan al optimismo, a la recuperación. Pero los despachos institucionales a veces están demasiado lejos de los polígonos industriales, y esa brisa fresca tardará bastante en llegar a la playa de las PYMES. Y mientras tanto, nos morimos de calor. Por eso hay que mirar hacia delante.

La reciente Ley de Emprendedores española que se ha puesto en marcha debe servir de estímulo y apoyo a la internacionalización. Aunque bien es cierto que esta y alguna otra ayuda –planes del ICEX, CDTI- no ocultan que en España las PYMES recibieron tan sólo el 2% del total de las ayudas estatales, según informa la Comisión Europea. Este porcentaje contrasta con la auténtica importancia de la PYME en España. Conforman el 99% del tejido empresarial español, y aglutinan al 75% del total de trabajadores. Uno podría pensar que la escasa magnitud de las ayudas no se corresponde con el peso de las PYMES.
Pero una empresa no debe acometer su internacionalización basándose en las ayudas que pueda obtener. Tiene que hacerlo con sus posibilidades, recursos y financiación que tiene o pueda obtener. Las ayudas públicas deben tomarse como lo que son: ayudas, estímulo. El motor ha de ser siempre el empresario. Porque cuando esa ayuda termine o desaparezca, tu plan de exportación no puede irse por el mismo sumidero.

Vaya al saco público otro dato interesante: En la Unión Europea las administraciones pagan a 29 días de media. En España a 80. Aunque recientemente España ha destinado una importante cantidad para saldar las deudas que las administraciones públicas mantienen con sus proveedores, estos impagos son de todo punto inadmisibles y más vale solventarlos tarde que nunca, porque más que ayudas a veces se diría que recibimos palos en las ruedas.

En nuestra Navarra me consta que se están haciendo grandes esfuerzos para, con unos fondos muy menguados en comparación a aquellos días de bonanza, apoyar y estimular la internacionalización mediante ayudas a la contratación o subvenciones a la internacionalización agrupada, ambas medidas de reciente resolución. Confirmo que este estímulo está sirviendo para que algunas empresas navarras ya estén exportando y debemos animar por tanto al gobierno de Navarra a seguir por ese camino.

Cruzando unos datos con otros, a la Administración Pública le debemos pedir que mejore y optimice los recursos dedicados a la internacionalización de las PYMES y que persevere en la solución de esas lacras antes comentadas.
Y para los empresarios, si me permitís un símil ahora que tantos toros y vaquillas empiezan a correr por toda Navarra: si estás en mitad de la calle, para que no te pille el toro hay que empezar a correr, no puedes quedarte parado.

NOTA: Esta entrada ha sido publicada como artículo de opinión el 08 de Julio de 2014 en DIARIO DE NAVARRA.